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¡Qué bien nos adaptamos a la escuela infantil!
25 septiembre, 2015
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Septiembre es el mes donde frecuentemente nuestros hijos empiezan a acudir a la escuela infantil por primera vez. Esto hace que los padres a veces puedan sentirse nerviosos y preocupados porque no queremos que lo pase mal. Nos asaltan a veces infinidad de dudas ¿es normal que llore?, ¿cuándo podemos estar hablando de un problema que requiera tomar medidas e ir a consultar a un profesional?, ¿qué puedo hacer para ayudarle en la adaptación?, ¿y si lo estoy haciendo mal?

¿Pero esto es normal o debo preocuparme?

Para comenzar responderé a la primera pregunta que posiblemente sea una de las que más se plantean los papás. Es importante aclarar que el que los niños pequeños lloren llorar cuando se separan de su figura de apego, es totalmente normal y natural. Precisamente la función de este llanto es obtener la proximidad y el contacto de las figuras de apego, y por tanto no sólo es normal y natural; se trata de una conducta que resulta adaptativa para la supervivencia del niño.

 

La psicóloga estadounidense Mary Ainsworth diseñó la prueba de “la situación extraña” para poder identificar y clasificar los tipos de apego de los niños. En esta prueba los niños que se clasifican como con apego seguro son precisamente los que lloran al separarse de su figura de apego (habitualmente la madre) y que cuándo ésta regresa se calman y buscan su proximidad. Por tanto es natural y adaptativo que los niños demuestren una clara preferencia por su figura de apego antes que un extraño.

Antes no lloraba tanto al separarse y ahora sí ¿es normal?

Muchos padres comentan “de más bebé no extrañaba a nadie, se iba con todos”. Esto es porque el apego pasa por diferentes fases. Y es sobre todo a partir de los 6 meses cuando hablamos de la fase de “apego centrado” propiamente dicho. A esta edad comienza a producirse la locomoción por parte del niño –gateo- y por tanto tiene evolutivamente más sentido prevenir que no se vaya con extraños. Por eso antes de los 6 meses no es mayor su malestar cuando se separa de la madre que cuando lo hace de otras personas, si bien sí existe una sensibilidad social discriminada (distingue a la madre de otras personas).

Respecto a la segunda pregunta ¿qué puedo hacer y qué no hacer? Algunos consejos:

  • Los papás deben ser una figura de apego que les permita una base segura para explorar el medio, y de hecho debe promover que el niño explore y experimente.
  • Es muy importante no sobreprotegerle y promover su autonomía ya que el intercambio con el medio que le estimulará y proporcionará aprendizajes.
  • Es importante también confiar en la escuela, saber que está entre expertos profesionales, que saben lo que hacen y están acostumbrados a estar con niños y han visto y tratado con muchos pequeños a lo largo de muchos años. Que conocen y ponen en práctica muchas estrategias (por ejemplo el periodo de adaptación gradual, la familiarización progresiva con el espacio, etc).
  • Es importante darse tiempo para que los profesionales del centro lleguen a ser también una figura de referencia y de apoyo para el pequeño, y durante el tiempo en la escuela serán su base segura para explorar, socializar, descubrir y aprender de todo lo que le rodea.
  • También debemos darnos un tiempo de adaptación a nosotros, los papás, ya que también nos tenemos que adaptar a esta situación de separación. A veces sin querer podemos reforzar que nos eche de menos, porque nos halaga que lo haga, o sentir una punzada de tristeza si notas que ya “no te necesita”. A veces lo pasamos peor que ellos por lo que es importante transmitirles seguridad e ilusión y no transmitirles más miedo a la separación.

¿Cuándo puede llegar a ser un problema?

Homero Chapa, handmade doll
Homero Chapa / stockvault

 
Con aproximadamente una prevalencia del 4% en población general encontramos el trastorno de ansiedad por separación. Este trastorno es cualitativamente diferente a la existencia del habitual y normal llanto del niño cuando se separa de su madre/padre. Para poder diagnosticarlo tenemos que encontrarnos ante una ansiedad excesiva e inapropiada al nivel de desarrollo del niño, ante su separación respecto del hogar o las personas con las que está vinculado. Esta ansiedad extrema se pone de manifiesto por tres o más de los siguientes ocho síntomas durante al menos 4 semanas, y provocan malestar clínicamente significativo e interferencia en áreas importantes de la vida del niño:

  • Malestar excesivo recurrente cuando ocurre o se anticipa una separación respecto del hogar o de las principales figuras con las que tiene un vínculo de apego
  • Preocupación excesiva y persistente por la posible pérdida de las principales figuras de apego que éstas sufran un posible daño
  • Preocupación excesiva y persistente por la posibilidad de que un acontecimiento adverso dé lugar a la separación de una figura de apego importante (ej. Extraviarse o ser secuestrado)
  • Resistencia o negativa persistente a ir a la escuela o a cualquier otro sitio por miedo a la separación
  • Resistencia o miedo persistente o excesivo a estar en casa solo o sin las principales figuras de apego o sin adultos significativos en otros lugares
  • Negativa o resistencia persistente a dormir sin tener cerca una figura de apego importante o a ir a dormir fuera de casa
  • Pesadillas repetidas con temática de separación
  • Quejas repetidas de síntomas físicos (cefaleas, dolores abdominales, náuseas o vómitos) cuando ocurre o se anticipa la separación respecto de figuras importantes de apego.

Si tenemos sospechas de que la ansiedad es excesiva para la edad y el nivel de desarrollo del niño, no dudéis en consultar a un profesional. Si estáis interesados en conocer más sobre los tipos de apego o sobre cómo fomentar su adaptación y autonomía nos vemos en el próximo taller presencial!

Ariadna de la Vega Castelo

 

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fuente imagen de portada: Prakash Hatvalne

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