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10 maneras de ayudar a sus hijos a ser más solidarios en el futuro
23 enero, 2018
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10 maneras de ayudar a sus hijos a ser más solidarios en el futuro

¿A qué madre no le gustaría ver a su hijo viviendo en una sociedad más justa y equilibrada?

Como en muchos lugares eso todavía no es posible, creo que debemos arremangarnos y despertar en nuestros hijos el deseo de “un mundo mejor”.

¿Utopía? ¿Por qué no? Una utopía puede no llevarnos a la “paz mundial”, pero nos puede hacer caminar en esa dirección. Y mientras caminamos, nos movemos. Y aunque sea poco, ese movimiento contribuye a la transformación.

Y toda transformación social, creo yo, viene de un deseo personal, incentivado por la familia, por la escuela o por un movimiento. Creo en el poder de las madres. Y, por supuesto, también en el de los padres. Somos grandes agentes transformadores. Si todas las madres y los padres educasen a sus hijos en el sentido más amplio posible, tal vez nuestra estuviese mejor.

Siempre les digo a mis hijos que lo más importante es tener un buen corazón. En toda situación de conflicto que ocurre aquí, en casa, en la escuela o donde quiera que estén, analizamos juntos a partir de esa visión. Yo creo que la solidaridad trae beneficios para el mundo, pero sobre todo es un ‘condenado’ bien para nosotros. ¿Vamos a plantar esta semilla hoy?

10 formas de ayudar a nuestros hijos a que sean más SOLIDARIOS:

  • Nada enseña más que el ejemplo, por lo tanto, seamos todo aquello que queremos para nuestros hijos: que sean respetados; entonces debemos hoy respetar a las personas. Qué estén seguros en el tráfico; entonces no pasemos a la luz roja de día o de noche. Que tengan salud; entonces vamos a alimentamos con calidad en las próximas comidas.
  • Solidaridad horizontal. Todos los años, los niños separan una bolsa de juguetes para donar. Y donamos. Actuando, las cosas se hacen. Pero, ¿cómo sucedió esto? ¿Qué sentimientos y valores tenían los niños en esta acción? La solidaridad vertical es aquella en la que damos algo que no necesitamos a alguien que necesita. Es una relación de arriba hacia abajo. De lo “grande” a lo “pequeño”. Por eso se llama vertical. Debemos tener cuidado con ella para no despertar un sentimiento de superioridad en los niños. Esta solidaridad vertical es aquella que debe ser practicada por el Estado, es su deber garantizar el derecho de todos los niños a jugar, como en el ejemplo anterior. Por otra parte está la solidaridad horizontal, ésta sí, positiva para la educación de nuestros hijos. Porque es a través de ella que les mostramos que todos somos parte de una sociedad, y que si todos los niños estuvieran en una misma línea con sus derechos garantizados, hoy moraríamos en un lugar justo y tranquilo. Así que ayudar de esta manera (solidaridad horizontal) no es sólo dar aquello que no nos sirve, es hacer cumplir los derechos que TODOS tenemos, porque somos ni mayores ni menores que los demás.
  • Cuidado con lo que está donando. No se puede mezclar la acción de “donar” con la idea de “deshacerse de cosas rotas e inútiles”. Eso no coincide. Donamos, por ejemplo, ropa que ya no nos queda porque está chica, no porque esté agujereada. Donamos el viejo televisor porque compramos uno nuevo, no porque esté descompuesto. ¿Quién tiene el coraje de darle una muñeca o un carrito roto a un niño que tiene poco? ¡Porque yo he visto mucho de eso! Cuando participé en una colecta de juguetes para donar a niños necesitados en un centro social, muchos juguetes recibidos para la donación vinieron por completo sin posibilidad de ser utilizado. Así, mientras ayudo a los niños a separar los juguetes, voy reflexionando con ellos: “¿A ustedes les gustaría recibirlo?”.
  • Aprender del otro. Somos solidaridarios, por ejemplo, cuando escuchamos una persona mayor contar sus historias. Damos nuestro tiempo, y la persona revive momentos, en ocasiones especiales, almacenados en la memoria. Y eso es bueno para ambos. Estimular al niño a hablar con los mayores (abuelos, bisabuelos, por ejemplo) hace bien, porque aprende a escuchar, a ser amable, solidario y, sobre todo, aprende que toda persona tiene algo que enseñarnos.
  • Alcancía para Navidad. Se trata de una idea concreta que fomenta el sentimiento de solidaridad en los niños. Durante el año, podemos hacer una alcancía para que todos en la casa (y, por qué no, los visitantes que se sienten motivados), puedan dar sus contribuciones. El objetivo es muy personal, según cada familia. Tal vez comprar ropa muy bonita para un niño de un orfanato, o participar en la “Navidad solidaria de la oficina de correos”, cuyo objetivo es responder a cartas de niños (muchos en situación de vulnerabilidad social) que escriben a Santa Claus y, si es posible, atender las peticiones los regalos hechas por ellos.
  • Participar en una ONG. Otra idea concreta. Llevar a los niños a participar en cualquier acción colectiva y solidaria. Sea en el club, en la escuela, en la iglesia, en una ONG o un centro social. Actuar y ver a otras personas actuando, trabajando juntas por los demás, es una lección de vida y un noble ejemplo que debe ser experimentado con frecuencia.
  • Ofrecer ayuda. Recuerde el primer punto, “Nada enseña más que el ejemplo”. Pues bien, ayudar a personas en la vida cotidiana es un ejercicio de ciudadanía. Abra la puerta del coche para que alguien entre; ayude a una persona a recoger algo que se le cayó en el suelo; detenga la puerta de la tienda o del ascensor para facilitar el ingreso de otras personas; ayude a recoger la mesa después de comer y cenar; lleva su basura al bote y no la deje en lugares públicos… Todas estas y otras acciones cotidianas son percibidas por nuestros hijos que pasan a seguir nuestros ejemplos. Vamos, entonces, a hacer cosas buenas. ¿Cuántas oportunidades tenemos todos los días para ayudar a alguien?
  • Ser solidario con un amigo en la escuela. Anime a su hijo para ayudar a un colega en la escuela. Es un ejercicio óptimo de solidaridad, lo que les dará la oportunidad de cambiar una situación desagradable real y sentirse orgullosos. ¿Cómo? Hable con él acerca del bullying, y anímele a ser solidario con un objetivo. O también, diga que es una buena idea ayudar a un nuevo alumno en la escuela a conocer e interactuar con los grupos ya existentes. O, quien sabe, hasta animarles a hacer una campaña de beneficencia (recolectar ropa de abrigo en el frío para donar, o una campaña de intercambio de libros entre los alumnos), ¡las ideas abundan!10 maneras de ayudar a sus hijos a ser más solidarios en el futuro
  • Ponerse siempre en el lugar del otro. Este es un ejercicio que hago todo el tiempo con mis hijos y conmigo misma. Después de todo, nos equivocamos mucho. Peor que errar, es no ver que estaba equivocado, así que vamos a reflexionar. Me encanta cuando hay un poco de pelea con los niños aquí en casa. ¿Será una locura? No, me explico. ¿Es suficiente con tomar al niño, ponerlo en el sofá y decir: Hoy vamos a hablar acerca de las picaduras? Es suficiente, después de todo, nada es imposible. Sin embargo, no hay un momento más conveniente y eficiente para EDUCAR que después de un conflicto. Los conflictos son canales, puentes para el aprendizaje de muchos valores, por lo que debemos aprovecharlos. “Hija, mordiste a tu hermano y él está enojado, ¿te gustaría que hiciera eso contigo? Duele y eso no se hace”. Ayudar al niño a reflexionar sobre su acción es importante desde pequeños, ya que al comienzo de la infancia están demasiado preocupados por sí mismos. ¡Vale la pena esta práctica!
  • ¿Hay peligro en ser solidario? Este dilema es grande para mí, y me gustaría la opinión de ustedes, mamás. Como este tema de la solidaridad y ayudar a los demás está muy presente en mis hijos, a veces mi marido y yo hemos pasado “apuros”. El ejemplo más reciente al final del año. Estábamos de vacaciones en Campinas, cuando una noche, un joven se acercó a nosotros en el coche para pedir dinero. (Antes de continuar, tengo una confesión. Yo doy dinero en los semáforos. Sé que tiene miles de puntos negativos, que es malo para ellos, pero mi corazón se contrae y por un segundo creo que “no voy a ceder” y cuando veo, la moneda ya está dada y ellos haciendo gracias para los niños en el coche). Volviendo al ejemplo, la noche en que vi al chico aproximándose tenía un mal presentimiento y le dije a mi marido: “¡No abras la ventana!”; con un gesto y una sonrisa le dijo al muchacho que no tenía dinero. Por suerte cambió el semáforo y seguimos. Pero he aquí que mi hijo le pregunta, ¿por qué no ayudamos a ese hombre? Yo dije que no tenía ninguna moneda y disimulé. Ahora pregunto, mamás, ¿cómo enseñar a los niños una noción de peligro, de violencia que es real, sin dejar de lado la grandeza de dar, de ser de solidario? ¿Cuál es la medida correcta? ¿Cómo queremos que se relacionen cuando damos aquél consejo: “no hables con extraños”? Gran dilema, después de todo, todavía son pequeños para que yo les diga las cosas reales que suceden. Explico que el mundo está lleno de peligro, algunas personas pueden hacer daño a otras y que incluso hay adultos que se llevan a los niños. Pero no voy más allá. Creo que es temprano todavía para mostrar el lado cruel del mundo.

A fin de cuentas, el mundo tiene más gente buena que mala, y crecer con esa certeza hace al niño más positivo en el futuro.

El artículo original puede leerse en: www.contioutra.com Fuente: mx.unoi.com

Fotografías de Pressfoto y Freepik

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